Hablemos del amor

Profr. Ignacio Montes Cárdenas

Para la más hermosa de todas, mi compañera.

Puede usted pensar, amable lector, que se trata de otro cursi artículo sobre el amor, pero no es así. Como el ser humano ha cambiado, el amor ha cambiado junto con las personas. En los primeros estadios de la humanidad, la hembra buscaba un hombre fuerte para padre de sus hijos. Afortunadamente, ahora no. De lo contrario, yo me hubiera quedado soltero. Durante la Edad Media, el amor espiritual era para la dama feudal, para después disfrutar del amor carnal de las mozas de las tabernas. En el amor burgués cuenta mucho que la pareja tenga dinero, por encima de cualquier otro factor. Sólo los proletarios pueden casarse sin ningún cálculo económico, porque sólo son dueños de su fuerza de trabajo. El amor romántico es pues una invención proletaria de la que nos hemos beneficiado los demás trabajadores.

Vayamos en busca de los filósofos y los psicólogos que tanto han escrito sobre el amor. Dice Erich Fromm que nacemos con la separatidad que hace que las personas estemos esencialmente solas en el mundo y el amor es la puerta para acabar con esta separatidad que impide expresar nuestra sociabilidad de la que somos creatura (Aristóteles) para reconciliarnos y disfrutar a nuestros hermanos (y hermanas, por supuesto). Tenemos que intentar amar, si no seremos hombre (o mujer) en una isla desierta.

Para el filósofo francés Jean Paul Sartre, los hombres estamos prisioneros de nuestra propia individualidad, somos prisioneros de nuestro propio cuerpo y espíritu habitándolos como cárceles: huyendo de mí, el amor me da fuerzas para escapar hacia tus brazos. Carlos Marx lo dice de otra forma: porque materialmente es imposible que yo abrace a todas las personas, entonces abrazo a mi compañera que es el puente entre el individuo y el resto de las personas. Con otras palabras, estamos condenados a amar (nuestra dulce condena) porque es una expresión de nuestra sociabilidad. Porque vivimos solos demasiado tiempo, el amor se vive como una liberación de nuestras ansias y, por ello es pasional, loco, absoluto y dominante.

05 marzo 2010